El fotógrafo Andrés Larraín y el dúo de danza Los Zuinger son artistas que sintieron la necesidad de hacer resistencia a la represión policial durante la revuelta social de octubre de 2019. El director Martín Pizarro los registra en esta película y cuenta que “el documental es bueno para saber quiénes éramos antes del estallido y qué se logró gracias a las revueltas”.
Martín Pizarro Veglia es un joven director cinematográfico y profesor de cine en la Universidad Mayor de Santiago. Además, es fundador del estudio Praxinoscopio Films, donde ha dirigido cintas como Crisis (2017), el cortometraje Sarita Colonia (2019) y el documental de Santaferia, Pa’ que lo Baile como Quiera (2021).
Por estos días, estrena Sentido y Razón, un registro capturado en el apogeo del estallido social, que muestra la motivación y compromiso de una pareja de bailarines que hacen resistencia por medio de la danza, en el convulsionado Santiago del 2019.

– ¿Cómo llegaste a los protagonistas de esta película y qué te despertó el deseo de documentarlos?
– Llegué a ellos porque sentí mucha admiración a la manera en que se manifestaban. Andrés (Larraín), que es mi amigo, fue una especie de corresponsal independiente de lo que pasaba en las calles, y Los Zuinger eran dos personas que le entregaban un poco de ternura al caos y que se hicieron muy virales en ese tiempo por sus videos de Instagram. Ambos hacían política desde el arte y eso me motivó a seguirlos, a estar con ellos e intentar comprenderlos.
– La música tuvo un rol protagónico durante el estallido social, pero la visibilidad se concentró en los músicos, no así en las performances que ocurrieron en otras ramas del arte, como el baile. ¿Es este documental un acto de justicia por esas otras expresiones que no tuvieron tanta cobertura?
– La visibilidad la hizo la propia gente. Estamos en un periodo de cambio en donde estamos cuestionando los medios tradicionales, por ejemplo, y los pensamientos tradicionales que han estado encerrados en una caja negra, y durante el estallido se creó una amplia apertura de las diferentes disciplinas artísticas, se fue el miedo, la vergüenza y yo por lo menos, no solo vi a músicos, sino a cineastas, actores, diseñadores, escritores, fotógrafos, bailarines, etcétera, quienes querían aportar desde su trinchera. De alguna manera logramos en conjunto quebrar los límites de ese encierro, por eso habían muchos gritos que decían “Chile despertó.”
– Esos días quedarán en nuestra memoria con recuerdos contradictorios: el horror de la violación de derechos humanos, versus la belleza de la expresión humana en diferentes áreas. Eso queda muy bien plasmado en la película. ¿Cómo construiste ese relato?
– Al momento de salir a las calles no sabíamos que el abuso iba a ser tan grande, hubo atisbos, pero a medida que pasaba el tiempo tenías que salir con muchas protecciones para, por ejemplo, no perder tus ojos. Dentro de ese contexto de abuso intenté registrar de la manera más cercana y honesta posible a los protagonistas que crearon una catarsis muy bella con la gente, tanto en vivo como en línea. De alguna manera siento que el relato es de la gente que participó…aún sigue siendo todo muy colectivo.

– La presencia de la comunidad LGBT+ es protagonista en el documental. ¿De qué manera crees que el estallido social colaboró con el avance hacia la aceptación de la comunidad?
– Creo que, como decía, hubo una amplitud de mente pero aún hay un largo camino, a la comunidad le siguen gritando cosas en la calle, siguen abusando de ellxs y lxs siguen matando. El estallido fue tan solo el punto inicial de los cambios que vamos a ver a lo largo de los próximos años y que, por supuesto, tenemos que velar y luchar en conjunto para que así sea.
– La cinta es el reflejo de un momento histórico que se estudiará seguramente en colegios en unos años más. ¿Cómo aportará este trabajo a las generaciones futuras que tengan acceso a ver el documental?
– El documental es bueno para saber, primero que todo, quiénes éramos antes del estallido social y qué se logró gracias a las revueltas, pero de una manera muy primigenia porque no sabíamos que íbamos a cambiar tanto. Las preguntas más sólidas vienen después, nosotros respondimos a un clamor popular que nos hizo mucho sentido.
– Al ver la película resulta difícil no hacer el nexo con los fotógrafos que documentaron los años de dictadura en Chile. De hecho, los testimonios de los fotógrafos de hoy dialogan con los de esa época. ¿Cómo lo observas tú?
– El fantasma de Pinochet sigue rodeando a la sociedad chilena con la Constitución vigente y hay muchas cosas que no van a morir si no cambiamos de raíz su carta magna. Maneras de actuar ante estas situaciones, traumas, recuerdos, abusos, y mucho dolor heredado nos hizo hacer un nexo muy grande con lo que fueron algunos años de la dictadura y ese diálogo lo creo muy necesario para superar estos momentos de incertidumbre y hacer los cambios que Chile necesita.
– Estamos ad portas de cerrar el proceso constituyente, con el plebiscito de salida que se realizará el 4 de septiembre. Como realizador de un documento que registra el momento que originó este proceso, ¿qué le dirías a la gente que hoy se siente insegura o temerosa con su voto?
– Lo más importante es votar lo más informado que se pueda, que el voto cuente y nos haga sentido, como nos hizo sentido la época en que todo fue gestado. Salimos y nos emocionamos por algo que ahora se hace muy concreto, un estado solidario con menos abusos y con más dignidad.


